Análisis estratégico de negocios a partir de la crisis en Chile

Preocupación, desconcierto, incertidumbre, inseguridad e incluso miedo y una mezcla entre bronca e impotencia se “respira” en Chile. La crisis social impacta de lleno en el estado de ánimo de la población, en la economía, en las expectativas y las decisiones de las empresas.

Inversiones frenadas, ejecuciones presupuestarias que no avanzan y la generalizada postergación de gastos a la espera de un 2020 mejor, dan cuenta de un 2019 perdido desde el punto de vista de los resultados y que incluso a muchos costará la continuidad de sus negocios.

Algunos lo vieron venir: el estudio Chilescopio 2016 de la consultora Visión Humana, titulado “Estamos chatos de estar chatos” daba cuenta de los estados de ánimo que hoy nos reventaron en la cara. Nadie imaginó la magnitud que alcanzaría la crisis.

Y ahora que todo es real, no todos tienen una visión muy clara respecto de lo que vendrá y hacia dónde ir. Esa falta de visión se advierte en los medios de comunicación, entre líderes de compañías y ejecutivos de negocios.

En este contexto cabe preguntarse: ¿Alguien ve oportunidades? Como consultores estratégicos, creemos que no solo es posible ver oportunidades pese a la crisis, sino que es un imperativo actuar para la sobrevivencia y prevalencia en condiciones económicas adversas.

Su FODA quedó obsoleto el 18 de octubre

El FODA tenía una cierta validez en el tiempo. Para efectos del análisis estratégico y desde el punto de vista del análisis FODA, el contexto externo dice relación con las Oportunidades y Amenazas mientras que los aspectos internos de la empresa constituyen Fortalezas o Debilidades. Y en estos 4 aspectos creemos hay cambios para todos.

Queremos invitarlo a reflexionar acerca de su negocio y abrirse a nuevas posibilidades a partir de este nuevo escenario. Este trabajo le propone algunos elementos que creemos pueden ayudar en dicha reflexión y facilitar la toma de decisiones.

Fortalezas emergentes:

  1. Trabajo flexible: Las empresas que en el tiempo han desarrollado capacidades de trabajo flexible, teletrabajo, estructuras adaptables, etc. cuentan con un conjunto de competencias que con toda seguridad le permiten capear mejor los problemas de desplazamiento y jornadas de trabajo acortadas, versus empresas con procesos y estructuras más rígidas.
  2. Internacionalización: No depender de un mercado local que puede pasar un rato deprimido sin duda es una fortaleza. Quienes hayan tenido entre sus planes sacar parte de su operación fuera de Chile y aún no lo concretan, es momento de poner el pie en el acelerador en este tema.
  3. Culturas fuertes: El periodista Thomas Friedman en su libro “Gracias por llegar tarde” plantea que los nuevos focos de conflicto en el mundo se desarrollan entre comunidades diversas. Las compañías que cuenten con culturas fuertes constituyen comunidades que sustentan el propósito de la empresa y generan organizaciones más sostenibles.

Debilidades emergentes:

  1. La infraestructura bajo ataque: Hasta antes de la crisis estaba instalada la creencia según la cual, cuando una empresa mejoraba/ampliaba su infraestructura, esto era sinónimo de mayor bienestar, seguridad laboral, confort y beneficios. Pero ahora podría decirse que la infraestructura es un flanco de exposición y riesgo potencial. Es momento de mirar dos veces decisiones en torno a infraestructuras versus la generación de capacidades que virtualicen la organización y sus servicios.
  2. La centralización: Asociado a la idea de infraestructura, tener la actividad del negocio, oficinas, recursos, etc. concentrados en un mismo lugar ahora implica un riesgo, una vulnerabilidad. Antes del estallido, separar era una cuestión de precaución o anticipación por seguridad y evitar riesgos. Hoy es una realidad.

Amenazas emergentes:

  1. La rentabilidad bajo la lupa: La rentabilidad es el producto legítimo del emprendimiento, el resultado de correr riesgos y parte del quehacer empresarial. El problema es que los principios empresariales también se instalaron en los ámbitos de hastío de la población (pensiones, salud, educación por ejemplo) por lo que llega a cuestionarse el producto legítimo de hacer empresa. Hay que repensar el propósito de las organizaciones más allá de la mera obtención de beneficios económicos.
  2. Los precios (y costos) a la baja: Prácticamente todos los precios están bajo presión para ser reducidos y probablemente eso va a suceder en varios servicios. Por esto será necesario enfrentar acciones de reducción de costos, eficiencia y productividad.
  3. La productividad y la capacidad de hacer el trabajo: Las personas tienen problemas para llegar a sus trabajos, las que llegan lo hacen preocupadas y las jornadas se han acortado. Todo atenta contra una productividad que ya era de las más bajas de la OCDE. Los temas asociados a mejoras en la productividad hay que abordarlos con urgencia: ahorrar tiempos de desplazamiento, mejorar la capacitación, digitalizar procesos, etc.
  4. La brecha social seguirá aumentando: Aún es materia de debate si la tecnología mantendrá su histórica capacidad de crear empleos, a un ritmo superior del que destruye. Sin embargo donde hay acuerdo general, es que la tecnología continuará profundizando la brecha de desigualdad social a partir de la educación (ver a Yuval Noah Harari, Thomas Friedman y Andrés Oppenheimer).

Oportunidades emergentes:

  1. La inversión en las personas se intensificará: Justamente han sido los individuos quienes se han puesto en el centro de discusión. Los individuos ya no serán solo “consumidores”. Las personas van a salir de esta crisis como los protagonistas, no los actores de reparto, de modo que el Estado y las empresas van a tener que invertir más en la gente, pero gente que se ha fortalecido, más preparada, consciente de su contexto, precavida y con viento a favor. Más contenta.
  2. La tecnología se dispara: Quienes tengan un papel en materia de desarrollo tecnológico van a tener tremendos espacios: la crisis social ha revelado fallas profundas en materia de ciberseguridad; la continuidad operacional deberá ser reforzada por medio de procesos automatizados y robustos; los colaboradores tendrán que ser más productivos mediante las tecnologías; y las empresas tendrán que transformarse en materia de trabajo y organizaciones flexibles.
  3. Por obligación, las personas se abrirán a lo nuevo: Tal vez sin quererlo, las mismas personas inhabilitan, frenan o dificultan los cambios. Al aferrarse a lo tradicional, siempre a lo mismo no se puede crecer. Todos estábamos felices en nuestras respectivas “jaulas de oro”. Tras la crisis va a existir una configuración distinta, se van a tener que abrir forzosamente nuevos espacios y nuevas posibilidades pero ahora de la mano de las personas.
  4. Cambios deseables se vuelven urgentes: Algunos cambios que se creía eran “nice to have” hoy en día son “urgentes”. Los tomadores de decisiones tendrán que salir de sus zonas de confort. Es posible que ahora tengamos más competencia entre las empresas y ellos se traduzca en ofertas de valor renovadas, con mayor protagonismo de los emprendedores y sobretodo, de clientes y colaboradores.

Como en todas las crisis, la nuestra también tendrá ganadores y perdedores. Creemos que el emprendimiento y la actividad empresarial no debe restarse de los espacios de oportunidad que dolorosamente se abren.

Un gran abrazo para todos, paz para los chilenos y un mejor país para todos, todos.



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